El sistema inmunitario del niño se desarrolla mucho antes de lo que pensábamos.
Si se encuentra en fase embrionaria, está protegido por las inmunoglobulinas que le transmite su madre. Es lo que se conoce como inmunidad pasiva, que protege al bebé hasta 6 meses después del nacimiento.
El verdadero desarrollo del sistema inmunitario comienza en el segundo trimestre, sobre todo con la formación del timo, pero también de células específicas, llamadas células dendríticas, que tendrán un papel muy concreto y esencial para su futuro desarrollo.
De hecho, un estudio de 2017 publicado en Nature puso de relieve la existencia de un sistema inmunitario en el feto ya en el segundo trimestre del embarazo. Este reconoce las proteínas extrañas a través de las células dendríticas. Sin embargo, esto da lugar a un mecanismo muy diferente al del adulto, ya que implica tolerar las proteínas de la madre.
Y no olvidemos que la inmunidad está estrechamente ligada al desarrollo de la microbiota intestinal, un desarrollo que tiene lugar más adelante en la vida.
La colonización bacteriana comienza al nacer con las bacterias vaginales de la madre, luego por vía oral con la lactancia materna y, a través de las vías respiratoria y cutánea, con los microorganismos presentes en el medio ambiente. De este modo, la microbiota del bebé se enriquece progresivamente hasta alcanzar su madurez en torno a los 2-3 años de edad. En el caso de los niños nacidos por cesárea, la maduración será más lenta, lo que dará lugar a una flora intestinal menos variada.
La introducción progresiva de alimentos también aportará otros microorganismos que enriquecerán la microbiota del niño.
Pero la infancia es un periodo delicado, y la flora intestinal puede alterarse fácilmente (infecciones, antibióticos, alimentación...). La suplementación con probióticos puede ser útil en diversos casos, ya sea como medida curativa para reducir la duración y la intensidad de los síntomas, o como medida preventiva para reducir los riesgos. Por ejemplo
- Para la diarrea aguda, ya sea vírica o bacteriana
- Para la diarrea causada por antibióticos
- Infecciones respiratorias
- Alergias como dermatitis, eczema, rinitis alérgica y asma
- Para las intolerancias alimentarias...
Una buena microbiota también es esencial para el desarrollo del cerebro
Por ello, los laboratorios han desarrollado fórmulas pediátricas para responder a las necesidades específicas de los niños, tanto en lo que se refiere a la elección de las cepas como a su cantidad.
No dude en pedir consejo a su laboratorio, farmacéutico o médico.
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